OKLAHOMA CITY, Oklahoma — Al cumplirse 100 años de uno de los capítulos más vergonzosos de la historia de Estados Unidos, investigadores y descendientes de las víctimas de una masacre de afroestadounidenses ocurrida en Tulsa reanudan la búsqueda de restos de personas que se cree fueron enterradas apresuradamente en fosas comunes y olvidadas por la historia.
Si bien muchos de los detalles de esos dos días aterradores de 1921 terminaron saliendo a la luz luego de ser ocultados por décadas de silencio de los autores de la matanza, las víctimas y sus descendientes, algunos aspectos básicos del episodio siguen sin conocerse, incluida la cantidad de muertos y los nombres de muchos de los miembros de la pujante comunidad afroestadounidense que falleció a manos de una turba blanca.
El estado dijo que solo 36 personas habían muerto, incluidos 12 blancos. La mayoría de los historiadores que estudiaron el tema, sin embargo, cree que hubo entre 75 y 300 muertos.
Las víctimas negras fueron enterradas casi siempre en tumbas sin nombre y aún hoy se busca los restos de muchas de ellas para enterrarlas como se debe y darles el reconocimiento que se merecen.
UNA TURBA BLANCA ARRASÓ CON UN BARRIO DONDE VIVÍAN AFROESTADOUNIDENSES
“En muchos casos se deshicieron de los cadáveres, los enterraban mientras guardias armados detenían a sus seres queridos en campos de concentración”, declaró Scott Ellsworth, profesor de estudios afroamericanos y africanos de la Universidad de Michigan, quien asesora en la búsqueda y es uno de los principales expertos en la matanza, que algunos describen como un motín.
Luego de que una turba blanca irrumpiese en el barrio negro de Tulsa, Greenwood, quemase más de mil casas, saquease otros cientos y destruyese el sector comercial, más de 4,000 afroestadounidenses fueron encerrados por varios días en los terrenos de una feria y otros sitios y se impuso una ley marcial.
EEUU
Los cuerpos de las víctimas, algunos carbonizados e irreconocibles, fueron enterrados en ese período. Sus familiares no pudieron recuperar sus restos ni confirmar si habían muerto o no, según determinó una comisión estatal que investigó el episodio en el 2001.
Una vez pasada la conmoción inicial, la gente se olvidó de la matanza.
Ni los blancos, por vergüenza, ni los afroestadounidenses, por temor, hablaron abiertamente de ella por décadas, de acuerdo con Bob Blackburn, exdirector de la Sociedad Histórica de Oklahoma que presidió la comisión investigadora.
Los rumores de que había fosas comunes, no obstante, persistieron y en 1997 se formó una comisión para estudiar más a fondo el tema.
En enero del 2000 anunció que se iniciaría una búsqueda de los restos de las víctimas, pero unos pocos meses después se dio marcha atrás y se desistió de excavar los sitios donde se rumoraba que había restos. Es una decisión que Ellsworth atribuye al temor de generar publicidad negativa.
El actual alcalde de Tulsa, G.T. Bynum, sin embargo, revivió el proyecto en el 2018 y dispuso buscar restos en los cementerios de Oaklawn y Rolling Oaks, así como en The Canes, un sitio donde se refugian indigentes cerca de un parque.
Escaneos de tierra en esos lugares detectaron anomalías, lo que puede indicar que hay fosas comunes.
Bynum, quien es blanco, dijo que es importante buscar los restos.
“Hay generaciones de personas que se criaron en esta comunidad y nunca escucharon acerca de esto”, manifestó. “Siento una enorme responsabilidad como alcalde de tratar de encontrar esta gente. Es algo básico que cualquier gobierno municipal debe hacer por la gente”.
La búsqueda comenzó el año pasado y en octubre se encontraron al menos 12 sets de cadáveres en ataúdes en el Oaklawn Cemetery, donde fueron enterradas en fosas sin nombre la mayoría de las víctimas confirmadas.
Observaron los restos en los ataúdes y los volvieron a tapar, para estudiarlos más adelante. Todavía no se confirmó si son restos de las víctimas de la matanza.
La búsqueda se reanudará el 1ro de junio en el mismo sector del Oaklawn Cementery, según la arqueóloga Kary Stackelbeck.
“Si acertamos al determinar la zona donde los habrían enterrado, lo que excavamos en octubre es un tercio o una cuarta parte del área total”, declaró Stackelbeck a la Associated Press. “No es ilógico pensar que hay unos 30 cadáveres en la fosa común, aunque ese es un estimado conservador”.
La mayoría de las víctimas negras confirmadas fueron enterradas en el Oaklawn Cementery, según archivos, y las fosas comunes halladas en una búsqueda en el Rolling Oaks Cementery podrían confirmar relatos de testigos según los cuales habían enterrado gente allí, señaló Phoebe Stubblefield, antropóloga forense integrante del equipo investigador.
“(Rolling Oaks) Es un área crítica porque cualquier resto encontrado allí, si podemos determinar las identidades, confirmaría que hubo una masacre”, manifestó Stubbelefield.
Ellsworth dijo que hubo testigos que afirmaron haber visto preparativos para entierros allí y calcula que puede haber 50 o 60 víctimas de la matanza en ese cementerio.
No hay un consenso en torno a qué hacer con los restos que se pueda encontrar. Por ley, deberían ser entregados a los descendientes de la persona, que decidirían qué hacer con ellos.
“Con los que no son identificados, debería haber un sitio conmemoratorio, como la Tumba del Soldado Desconocido”, expresó.
En todo caso, “si hay algo que no se debe hacer es enterrar los cadáveres de víctimas de la matanza con los de los perpetradores de la masacre”, sostuvo Egunwale Amusan, miembro de la comisión que investigó la matanza y sobrino de Mary Beard, quien desapareció durante los disturbios y se cree que fue asesinada.
“Los judíos jamás permitirían que los enterrasen en el mismo cementerio donde está Hitler”, afirmó.