WASHINGTON DC - Cuando el senador demócrata Dick Durbin introdujo en 2001 un proyecto de ley para proteger a los inmigrantes llegados a EEUU cuando eran niños nunca imaginó que la batalla sería larga. Dos décadas después, cuando se perfila un nuevo acuerdo en el Senado, advierte de que queda poco margen de maniobra.
Distintas versiones de su "Dream Act" inicial se han visto bloqueadas en el Congreso y el tiempo corre cada vez más en su contra después de que los demócratas perdieran el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de medio mandato de noviembre, anticipando así una oposición sistemática por parte del bando republicano con el inicio de la nueva Legislatura en enero.
"Resulta frustrante, pero mi frustración no es nada comparada con la confusión que atraviesa esa gente divagando sobre cuál será su futuro", explica Durbin.
El "Dream Act" estaba diseñado para facilitar una vía a la ciudadanía a aquellos indocumentados que llegaron a Estados Unidos de pequeños, que pasaron a ser conocidos como "dreamers" (soñadores).
Entre tanto, el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), lanzado durante el mandato del demócrata Barack Obama (2009-2017), ha ofrecido desde 2012 una protección temporal a cerca de 830,000 inmigrantes, pero distintas querellas judiciales han bloqueado por el momento la expedición de nuevas solicitudes.
En la Cámara Alta se traza estos días un principio de acuerdo partidario de legalizar a dos millones de "soñadores" a cambio de al menos $25,000 millones para incrementar la seguridad en la frontera sur y de ampliar al menos un año el Título 42, que permite la expulsión rápida de extranjeros que lleguen a la frontera y sean considerados un riesgo para la salud pública.
"He trabajado en este tema en toda mi carrera en el Senado. Como en todo compromiso, debes estar dispuesto a aceptar alguna parte dolorosa", añade Durbin, que dice abrazar la que impulsa la legalización y tiene pendiente mirar con detenimiento la relativa al Título 42.
En la Cámara de Representantes se había aprobado en marzo de 2021 un proyecto de ley que también fomentaba el camino hacia la residencia permanente a esos jóvenes, pero que no ha sido tramitado todavía en el Senado.
Durbin, que no ha estado implicado en el acuerdo bipartidista promovido por la senadora demócrata Kyrsten Sinema y por el republicano Thom Tillis, es partidario de avanzar "cuanto antes", sea cual sea la propuesta que se tome.
"Solo tenemos unos cuantos días", sostiene sobre este fin de legislatura, consciente de que los republicanos han prometido no sacar adelante ninguna reforma migratoria cuando se hagan con la mayoría de la Cámara Baja en enero.
El viaje en defensa de los "dreamers" empezó para Durbin con la llamada de una niña coreana en Chicago, Tereza Lee. Estaba indocumentada y quería apuntarse al conservatorio, pero el sistema la obligaba a irse de Estados Unidos durante diez años y volver a solicitar el ingreso en el país para poderlo hacer.
"No era razonable. Por eso introduje el 'Dream Act'", sostiene desde un despacho del Capitolio el senador por Illinois, cuya madre, lituana, llegó al país a los dos años de edad.
El pasado octubre, más de 80 grandes compañías y asociaciones profesionales estadounidenses enviaron una carta a los líderes del Congreso para alertarlos de una "crisis" inminente si no tomaban acciones en favor de los "soñadores".
"Cuando expire el último permiso de trabajo de un beneficiario de DACA, EEUU habrá perdido más de 500,000 empleos y la economía perderá $11,700 millones anuales -unos $1,000 millones de mensuales- en ingresos provenientes de beneficiarios de DACA que solían estar empleados", apuntaban firmas como Apple, Meta o Amazon.
Para Durbin, legalizar su situación se trata de una cuestión de humanidad. "No puedes conocer a esos jóvenes, escuchar sus historias y no sentir que nuestro sistema es injusto. Llegaron aquí de niños, crecieron en Estados Unidos, sienten que son de este país y quieren formar parte de su futuro", afirma.